martes, 23 de febrero de 2010

Moda Hombre Primavera/Verano 2010

He preparado un vídeo con algunas propuestas para hombre, sacadas de anuncios de diversas campañas o directamente de los desfiles, allá va:


Si a alguien le interesa el tema que suena de fondo, o conocer en concreto la firma de alguna imagen, que me lo diga.

lunes, 22 de febrero de 2010

Me gusta conducirme

Hace un rato he experimentado un ramalazo de felicidad, uno de esos escalofríos en la espalda tan especiales que a veces nos pasan a todos, no sé si me explico.

Estaba tan tranquilo, preparando el trabajo para esta tarde, cuando he despegado la mirada del portátil, la he fijado en la ventana unos instantes, y he visto las nubes. Hoy aquí, ni hay un sol maravilloso, ni llueve torrencialmente. Sólo nubes, que dejan filtrar la luz justa para que el día se considere nublado sin que se adivine lluvia.

No hay agobios fuera de mí, no los hay dentro.

No es que me haya pasado algo genial últimamente. De hecho tengo algún que otro problema, como todo el mundo. Pero en líneas generales podría decirse que me va bien en todos los aspectos de mi vida: familia, amigos, relaciones, salud, trabajo... O mejor dicho, no es que me vaya bien ni mal, pero la situación es manejable. Que hay algo por encima de todas las pequeñas dificultades cotidianas y que ese algo no depende de nadie, está dentro de mí.

Yo siempre digo que no quiero ser feliz, que lo que quiero es estar tranquilo. Mientras miraba el cielo, pensaba que ahora mismo no me apetece (en el sentido de no siento la necesidad de) hacer el viaje de mi vida, o conocer a alguien que sea increíblemente interesante, o leer un libro fascinante, o ver una película que me haga llorar hasta doblar el alma... Simplemente creo que me apetece disfrutar de los pequeños detalles diarios. Debe ser agotador vivir siempre en espera continua, buscando el siguiente destino, la siguiente persona, la siguiente página, el siguiente fotograma... todo para acabar comparándolo con lo anterior o lo posterior. ¿Para qué? Está bien asistir a la felicidad, encontrarla inesperadamente al girar una esquina y decirle: "¡hey, tú, cuánto tiempo!".

Quizá la felicidad sea eso, coger el volante de tu vida, o mejor dicho, sentir que lo coges aunque no sea verdad que puedes salirte de la autopista e ir donde tú quieras, pero al menos sí que percibes que tú conduces, que tú diriges el camino, que tú escoges la ruta y nadie te la impone. Siempre digo que si la vida fuera un coche, la nostalgia sería el espejo retrovisor. Es algo que curiosamente nos obliga a mirar atrás para poder seguir adelante. Quizá ahora mismo esté yo ahí, conduciendo, a gusto entre el pasado y el futuro. Ni idea de dónde voy, y el caso es que me da igual, porque como dice el anuncio, "me gusta conducir".


En todo eso pensaba mirando las nubes... Enamorado como estoy del mar, me imaginaba que el cielo durante el día bien podría ser otro mar encima nuestro, con sus vaivenes, las nubes haciendo de olas, a velocidad infinitamente pequeña desde nuestro punto de vista, con su lenguaje propio. ¿Para qué buscar algo hermoso si basta con mirar arriba?



Todo eso se me ha pasado por la cabeza en un segundo, que ha sido cuando un escalofrío recorrió la línea de mi espalda de abajo a arriba, intensificándose sobre todo en su trayectoria por mi nuca, y culminando en mi cerebro en una especie de latigazo suave/caricia intensa.

O quizá en lugar de uno, fueron dos segundos, o tres o veinte, no lo sé. Creo que cuando he empezado a contarlos (que aquí inconscientemente es sinónimo de atraparlos), ha sido precisamente cuando todas esas sensaciones han desaparecido y se han ido lejos de mí, volando a algún lugar perdido en medio de ese mar de nubes, y yo he metido la mano de nuevo en el coche para coger con las dos manos el volante y seguir mi camino hacia ninguna parte.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Dos manuales de moda masculina

Siempre me he asombrado de la inmensa cantidad de libros que hay de moda enfocados al público femenino. Por algo ellas son las reinas de las pasarelas y del mundo de la moda, y lo van a seguir siendo durante mucho tiempo, pese a que los hombres vamos ganándonos nuestro hueco poco a poco, pese a inventos en cierto modo humillantes como la figura del metrosexual hace años, o el endiosado y sobrevaloradísimo Sartorialist ahora, con su cansino y repetitivo estilo de fotos aparentemente espontáneas plagadas de ese nuevo especímen de pijo llamado MU (mamarrachos urbanos). 

Encontré dos libros sobre moda masculina, que paso a recomendaros (sobre todo el segundo), más que nada porque rellenan un poco el hueco que tanto demandamos los hombres: el de algún manual recopilatorio, con una exposición clara e ilustrada de algún análisis o estudio de la evolución de nuestra moda.

El Caballero: Manual de la moda masculina clásica (Bernhard Roetzel, ed. Könemann)


Los capítulos en los que está dividido este libro de unas 350 páginas son los siguientes: Barba, cabello, ropa interior, camisa, corbata, traje, chaquetas de sport y pantalones, calzado, abrigos y chaquetas, sombrero, complementos, punto, deporte, vestir de etiqueta, hogar.



La idea es buena: enfocar el orden de los capítulos de acuerdo a cómo nos vestimos y arreglamos. Afeitarnos, ropa interior, vestirnos, abrigarnos y salir. Cuenta muchísimas curiosidades, a mí me llama especialmente la atención cuando se centra en el aspecto de fabricación de las prendas (por ejemplo, cómo se hacen los zapatos, cómo se confecciona una camisa a medida, o el proceso de creación de un traje paso a paso, o las corbatas), y a la vez lo va mezclando con truquillos más o menos domésticos, como aprender a planchar una camisa -una asignatura eternamente pendiente para muchos de nosotros-, los distintos tipos de nudos de corbata, cómo doblar la ropa para meterla en una maleta, o cómo conjuntar prendas, con numerosísimas fotos muy claras y explicativas, en plan "esto está bien, esto está mal". También me gusta que no se centre únicamente en la ropa, sino en el cuidado de todo el cuerpo, de los accesorios y de, en general, toda una forma de vida.



Lo que ya no me gusta tanto es que a veces está enfocado todo de una manera bastante rancia, hay párrafos que podrían haber sido escritos en los años 80, algunas fotos son de la época de Dinastía, y algunos consejos dejan bastante que desear. Además, no me fío de nadie que recomiende al príncipe de Gales como icono de estilo. Eso por no mencionar el capítulo dedicado a la ropa interior. Me alegré al leer el índice, y ver que al fin alguien se dedicara a hablar de esa parte tan importante y a la vez tan olvidada de nuestro armario... pero me desilusioné cuando vi las fotos de calzoncillos en plan abuelo cebolleta... También a veces el autor deja escapar su ramalazo anticuado, sobre todo cuando habla de puros o de ir de caza...



Pero vamos, el libro en general, está bien. Es extenso y cumple perfectamente su cometido: ser un recopilatorio de miles de consejos sobre lo que entendemos por ser un caballero.

Cien años de moda masculina (Cally Blackman, ed. Blume)



El libro está dividido en dos partes: 1900-1939, y 1940-2000. Tiene muchísimas fotos y bastante poco texto,  comparado con el anterior, pero el texto está muy bien escrito, y te despierta la curiosidad sobre la Historia de la Moda. Se centra en perfiles o figuras típicamente masculinas: el rebelde, el artista, la estrella, el jugador, el tipo bueno y el malo, el pavo real, el diseñador, el estilista, el obrero, el soldado... Para cada una de ellas analiza mediante fotos de anuncios o de revistas los posibles iconos, desde Fred Astaire hasta Robert Redford, pasando por Andy Warhol, David Bowie (en la portada del libro) o Tom Ford. Te hace pensar en cómo evoluciona la moda, o mejor, cómo se reinventa, me asombró ver en algunas fotos de obreros de los años 40 prendas que se pueden usar perfectamente hoy en día. 

Tiene muchas fotos curiosas, por ejemplo, las de Modigliani con un look muy actual, o Klimt con una túnica rarísima, Kurt Cobain con un traje de mujer, sombreros rosa, modelos zoot... Aunque de todas las fotos quizá las más representativas sean estas tres: 

En la primera, aparece un grupo de chavales londinenses con estética skin (pantalones subidos,  tirantes, rapados, gesto duro y agresivo, caminando en fila) mirando de reojo a su polo opuesto, unos hippies con estampados chillones, gafitas, cabizbajos, actitud entre pensativa y pusilánime, en corro. Es una foto que retrata perfectamente dos estilos radicalmente diferentes, que encierran dos formas de vida opuestas, y que te obliga a pensar en cómo la moda es un perfecto vehículo de expresión de miles de cosas, además de retratar la Historia.



En la segunda foto (aunque no es exactamente ésta), un bronceado Calvin Klein convertido en su propio producto, vendiéndose a sí mismo. Era típico de los diseñadores de los 80, convertirse en la mejor imagen de su propia marca, ya que si ellos no encarnaban su propio estilo y no se creían a sí mismos, no podrían convencer a los demás. "Yo he triunfado en América, tú puedes ser como yo si me imitas y te identificas conmigo", parece decirnos en la foto.




La última es una maravillosa portada de GQ de Noviembre de 1960. Es una pena que la revista en su edición española ahora sea un simple catálogo de marcas donde la línea editorial consiste en hacer la pelota a las firmas de siempre, junto con un refrito de reportajes de hace varios meses de la edición americana o inglesa, cuando no les da por hacerse autobombo, o repetir exactamente lo mismo que dijeron en el número pasado, cambiándole la fuente y el diseño de la página.



En definitiva, dos libros muy interesantes para todos aquellos que nos interesa la moda masculina. A ver si se animan a sacar más, o si me podéis recomendar alguno. ¡Os estaría muy agradecido!

lunes, 8 de febrero de 2010

¿Por qué quiero un iPhone?

Llevo meses dándole vueltas a esta pregunta....
Me digo y me repito a mí mismo que realmente no me hace falta, ya tengo un móvil y estoy contento con él. Lo uso muy poco, más para mensajes que para llamadas, y por si me pasa algo conduciendo... ¡Ni siquiera tengo contrato! Y es que odio estar localizado y sobre todo, odio que la gente que me rodee se entere de lo que estoy hablando (y también me parece muy violento enterarme yo de conversaciones ajenas que no me importan para nada, la verdad). Nada me gusta menos que estar en la calle o en el bus y tener que hablar por teléfono... ¡Soy capaz de no cogerlo o llamar más tarde con tal de no sentirme observado/escuchado! Paso.

Pero, no puedo evitarlo, me gusta la tecnología... y creo que el iPhone es el gadget (me niego a llamarlo "teléfono") perfecto para mí.... Me encantan las miles de aplicaciones que tiene... 

Quiero tuitear desde el iPhone en mitad de cualquier parte. Quiero escuchar mis listas de Spotify donde me dé la gana. Quiero consultar mi perfil de Facebook desde cualquier parte. Quiero poder leer mi correo o visitar alguna página web sin tener que preocuparme de si estoy lejos de mi portátil. O realizar alguna breve consulta a mis blogs favoritos. Me muero por probar aplicaciones como Foursquare. Me encantará eso de ir de un lugar a otro de la ciudad desbloqueando nuevas funcionalidades, como si de un videojuego se tratase.

Y hablando de videojuegos, también tengo curiosidad por el iPhone como plataforma de entretenimiento. Leí hace poco que últimamente se desarrollan más juegos para el iPhone que incluso para la mismísima Wii... Aunque la verdad, los juegos que he visto para el iPhone son todos muy parecidos... Manejar un coche, una moto... bah. Aunque... ¡¡tiene un Doom!! Y un Resident Evil... apuesto a que varios Final Fantasy también... En fin...

Casi que prefiero no informarme a fondo porque cada cosa nueva que averiguo sobre el dichoso telefonito es un paso más hacia mi tienda Movistar más cercana....

Eso sí, sobre todo...

¡¡Quiero girar el iPhone y que gire la pantalla!! ¡Qué chulada! ¡Y qué tontería, al mismo tiempo!


Aproximadamente antes del verano me lo compraré... a no ser que Apple presente una nueva modalidad, y entonces me sentiré idiota comprando algo que pronto será un trasto inútil más... Así que tocará esperar y esperar y esperar...

Ya me he resistido demasiado tiempo, aunque me frenan varias cosas... Primera, que tendré que pasar por el aro que Telefónica me diga (no me da ninguna confianza comprármelo libre). Segunda, que tendré que doblegar mi orgullo anti-apple, ¡¡que tantos años me ha costado!! No me gusta nada esa marca, hacen justo lo que critican, y lo más importante en la tecnología no es la funcionalidad sino la estandarización (eso está más que demostrado). Tercera, que vale una pasta, tanto el aparatejo en sí como la tasa mensual, y que tampoco estoy seguro de si realmente me lo compraré para usarlo, o lo usaré porque me lo he comprado... 

También he leído que Telefónica te obliga a contratar un seguro para el teléfono, cosa que me mosquea bastante... además de las largas listas de espera para conseguir uno... y la escasa duración de su batería...

Ya veremos en qué acaba todo esto...