viernes, 13 de enero de 2012

Room by the sea



Room by the sea (Edward Hopper)

Para mí,
eres una referencia,
una estrella secreta,
el señalador de un libro antiguo,
el eco de un grito ahogado
rasgando la niebla
en un bosque lejano,
el sonido
de un violín agotado
en un callejón húmedo
y sin nombre
por el que ya nadie pasea.

Qué nos queda entonces, 
viejo amigo,
sino alejarnos más aún
el uno del otro,
cumpliendo un pacto
que nadie se atreve a nombrar,
contar las huellas que nos separan
difuminándose en la arena
hasta que te pierdas en el horizonte
sepultado bajo una miríada
de nubes sangrientas,
y yo entonces coleccione
todos los silencios posibles,
muchos recuerdos enquistados,
y miles de hendiduras 
en el tronco de un árbol
de las que siempre brotará
una savia agridulce.

Recuerda
cuando hicimos enorme
un momento del pasado
que en realidad fue nimio,
ahí es cuando empezó el final.

Y ya no nos queda
sino sentarnos los tres solos,
juntos,
hablando al unísono,
y sin apenas mirarnos:
tú, 
yo 
y ese extraño vacío compartido
entre los dos,
ese secreto brindis
desangelado como pocos,
esa sonrisa sin ganas
conquistada a base de esfuerzo,
ese espejo tan caro, 
y tan roto
al que nos empeñamos
desde hace siglos
en catalogarlo,
en vano,
como una vieja amistad.




Take On Me (A-Ha)


Animal Instinct (The Cranberries)

1 comentario:

Anónimo dijo...

El pasado se conjuga de momentos enormes en ardua conbinación con imposibles, que un día pueden tornarse, un reflejo posible de un sol de media tarde en la pared de una habitación, donde unos ojos cristalinos se pierden en una inmensidad de cuatro paredes.

Y a esos reflejos les sucederan otros, el sol no entiende de espejos, la luna no entiende de momentos, porque ella misma es espíritu.

Un inmenso abrazo.
Jorge