Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1994, el Templo del Musgo (koke dera) es un conjunto de jardines situado en la localidad japonesa de Kioto, antigua capital nipona. Fundado hace más de 1200 años como templo para resguardar las tres imágenes que representaban las divinidades de Amitabha, sufrió una serie de cambios, demoliciones, incendios y transformaciones hasta llegar a nuestros días. Actualmente, de los 21 subtemplos iniciales sólo quedan 3.
Curiosamente, Hosokawa Tadamori, el decimoctavo descendiente del guerrero que obtuvo los terrenos para construir el lugar, fue ministro de Japón desde 1993 hasta 1998. Tras dimitir, decidió alejarse de la política y se convirtió en ceramista para vasijas de la ceremonia del té. Pero no es el único: la familia Hosokawa ha tenido grandes artistas a lo largo de los siglos, desde poetas famosos (Hosokawa Yusai, que además era un gran guerrero) hasta Hosokawa Tadaoki, hijo del anterior y uno de los siete sabios discípulos de Sen no Rikyu, maestro de la ceremonia del té.
Hosokawa Yusai, guerrero y poeta
El lugar en sí consta de dos partes: un estanque con la forma del kanji "kokoro" (corazón), cuyas islas representan la idea budista del paraíso...
...y un templo con su jardín de rocas, de unos 250 metros cuadrados en el que hay 15 rocas dispuestas.
La colocación de las rocas tiene varias interpretaciones, desde una tigresa nadando por un río con sus cachorros, hasta las islas japonesas (empleando la arena como si fuera el agua del mar), pasando por los picos de montañas desconocidas que asoman tímidos por encima de una misteriosa capa de nubes. Se aconseja al visitante ignorar toda posible interpretación de las rocas, incluso no intentar ver formas o significados en ellas, simplemente contemplarlas y dejar el espíritu vacío y limpio.
Precisamente una de las formas de limpieza y purificación es el tsukubai para lavarse las manos situado en el templo.
Desde 1977, debido a la masificación de las visitas, hay partes que no pueden ser visitadas, salvo con un permiso especial que hay que pedir con mucha antelación y que cuesta más de 3000 yenes. Además, al visitarlo es obligatorio no sólo descalzarse, sino realizar una ceremonia budista que incluye rezar diversas oraciones y escribir una plegaria de casi 300 kanjis empleando pincel y tinta, detalle que me ha encantado. Parece que todo lo que hagas en la visita al templo está orientado a relajarse, por si no fuera suficiente con contemplar los hermosos jardines.
El musgo no forma parte del diseño inicial del jardín, sino que ha ido apareciendo con el tiempo, adornando los caminos y paisajes del lugar, conquistando e invadiendo silenciosamente con su encanto, su lentitud y su belleza todos los rincones mientras la lluvia lo alimentaba. Y es precisamente durante la estación lluviosa (junio/julio) cuando se aconseja visitar el jardín, porque es entonces cuando las más de 120 especies diferentes de musgo muestran al visitante todo su esplendor.
Aquí podéis visitar la página web oficial del lugar, con maravillosas fotos, perfectas para evadirse un momento.
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